4 de noviembre de 2008

popayán cuatro siglos de pasíon

Desde 1556, sobre los hombros de los payaneses descansa una tradición que hoy en día conserva todo su esplendor.
Por Andrés Perez V.
Un círculo de plata macíza se posa sobre los cerros orientales que fueron testigos de la infancia de Caldas, Torres, Obando, Mosquera y Valencia, de las gestas de Bolívar, del comienzo de todas las guerras del siglo XIX y de la formación de varios presidentes de la República.En la mitad exacta del espacio comprendido entre la torre del santuario de Belén, y el campanario de la capilla de La Ermita, una de las más antiguas de la que fuera nombrada por Felipe II en 1556, como la "muy noble y muy leal ciudad de Popayán", las matracas anuncian, como lo vienen haciendo desde hace 445 años, la muerte del Señor.En las calles, sólo el sonido de los tambores de las bandas de guerra que se mezclan y se confunden con el de los grupos de música religiosa que acompañan las 5 procesiones de la Semana Santa payanesa, rompen el silencio que opaca el crujir de las "andas" de madera que se posan sobre los hombros de los "cargueros" .
Por los andenes, una corona de fuego formada por "alumbrantes" que con cirios encendidos iluminan las calles de la ciudad, hacen recordar que su fe sirvió para salvarla de la destrucción.
Relatan los cronistas que miles de nativos de los pueblos paeces, pijaos, tunibíos, yalcones y de otros provenientes del desplazamiento que causó la cruenta conquista del Perú, aguardaban que las sombras de la noche cayeran sobre los hombres que habían "llegado a sojuzgarlos, a romper sus culturas incipientes, a perseguirlos, a explotarlos, y exterminarlos, a someterlos al vasallaje físico y espiritual de un rey extraño, cuya autoridad invocaban en una lengua incomprensible, y a un Dios desconocido" , para acabar con ellos.
Sin embargo, el ataque que prometía ser fatal se frustró ante la aparición de dos gusanos de fuego que con paso lento, desde lo le jos, se iban acercando a los indígenas. Éstos ante esa visión terrible, huyeron despavoridos, sin saber que sólo escapaban de las filas de creyentes que con una vela en la mano acompañaban la procesión del jueves santo, por la única calle del naciente pueblito que entonces era Popayán.
Las cédulas reales, suscritas por Felipe II que autorizaron las procesiones en Popayán datan de 1558. En esos años, según señala la Junta Permanente Pro Semana Santa, entidad gestada por el Maestro Guillermo Valencia, para preservar esta tradición, "los conquistadores" y los frailes misioneros atendían las exigencias del culto y los indígenas con las instrucciones de éstos cargaban los "pasos", alumbraban y hacían oficios menores. Posteriormente, los "cargueros" fueron los hombres del "estado llano".
Desde aquel entonces, los "cargueros" de Popayán han hecho respetar sus barrotes. Quizá la historia que mejor refleja lo que las procesiones significan para los hombres de la ciudad es una que data de 1840 y que tiene como protagonistas a los generales José María Obando, Tomás Cipriano de Mosquera, Juan Gregorio Sarria y al entonces gobernador Manuel José Castrillón.
La rivalidad entre Mosquera y Obando venía de tiempo atrás, y había llegado a su punto más alto con la acusación que el primero hiciera al segundo sobre su participación como autor intelectual en el asesinato del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, ocurrldo en el paso de Berruecos en junio de 1830.
Estas acusaciones, sumadas a varios años de contiendas y divisiones, habían abonado el terreno para que en la joven república estallara en 1840, la que más tarde sería conocida como "la guerra de los supremos", en la que cada uno de los generales payaneses había jurado la muerte del otro. En la semana mayor de abril de ese año, los generales Sarria y Obando llegaron a las goteras de Popayán, aguardando la llegada de la procesión del martes santo, para "cargar" en la Virgen de los Dolores, que al igual que hoy, en aquel entonces salía de la iglesia de San Agustín, consagrada a su culto.
Vestidos al estilo sevillano, con la cara cubierta a la usanza de aquel entonces, Obando y Sarria se dirigie ron a la iglesia y exigieron a quienes los estaban reemplazando que les devolvie ran sus "barrotes". Ante la presencia de los generales, no les quedó más remedio a quienes pretendían tomar sus puestos que hacerse a un lado. La noticia se regó como pólvora. La ciudadanía, partidaria en su mayoría de Obando, temiendo que fuera apresado por el gobernador
Castrillón que ya había dado la orden de capturarlo en compañía de Sarria cuando terminara la procesión (no se atrevió a perturbar la marcha de los pasos), acordó que al santo y seña de: "Pichón, Pichón", los "alumbrantes" apagaran las velas y se metieran debajo de las "andas" para reemplazar a los militares.
El plan se ejecutó. En la esquina de la capilla de La Ermita, faltando escasas cuadras para ter minar la procesión, Obando y Sarria escaparon hacia el Patía, lugar en el cual se concentraban las fuerzas rebeldes bajo sus órdenes.
A la mañana siguiente, el gobernador Castrillón dio la orden que desde ese momento se cumplió con rigor: "En Popayán se deberá cargar con la cara descubierta, no para ver quién carga, sino para saber quién no está cargando", costumbre que se conserva hasta hoy, al igual que el grito de "Pichón" que los aspirantes a "carguero" utilizan cuando quieren tener una oportunidad para llevar sobre sus hombros los pasos una cuadra a la entrada y una a la salida de cada procesión.
Al recordar esta historia, alguno de los escritores caucanos decía que el mismo era testimonio de que "en Popayán las mujeres a lo largo de la historia no han parido hijos sino cargueros".
En las procesiones el papel de la mujer es fundamental. A lo largo de las 20 cuadras y las tres horas y media que dura cada una de las procesiones delante de los pasos en los que van las imágenes de Jesús y de su Madre, va una joven, que más que hija y nieta de "cargueros", es hija de la ciudad.
Los hombros desnudos color canela o blanco apenas se pueden ver. Y cerca de ellos, en eI cuello, un Cristo de oro solitario pende de una delgada cinta negra, que a su vez hace juego con dos candongas de oro bordado en filigrana tosca, que recuerdan los que usan las gitanas de Andalucía (España).
Ellas son las "sahumadoras" de Popayán, que sólo pueden aparecer una vez en la vida en las procesiones delante del "paso" de su devoción.
En las manos, cada "sahumadora" en vestido de "ñapanga" lleva un sahumerio de barro, que suelta incienso. Estos van adornados con flores del día de la procesión. Como complemento cada joven lleva debajo del sahumerio un "paño" de "carguero".
El colorido del vestido de las "sahumadoras" contrasta con el de los "cargueros". Ellos, vestidos con un sayal de penitente de color azul oscuro, igual que el que el Nazareno llevaba cuando fue presentado ante Caifás. En la cabeza, los "cargueros" llevan un "capirote" que cubre el pelo. En la mano una "alcayata" de hierro forja do empotrado en un palo de "chonta", comple tan el vestuario.
Todos estos ehmentos se conjugan en la procesión. A las 8 de la noche, los "cargueros" se aprestan para tomar los "barrotes" que han he redado de sus padres y éstos de sus abuelos, y éstos otros de sus mayores en una cadena que se pierde en la memoria.
Debajo de los "pasos", todos los "cargueros" son iguales. En Popayán el profesíonal y el obrero, el político y el artesano, en síntesis el hijo de las familias tradicionales de la ciudad con los herederos del "estado llano", son iguales, hacen la misma fuerza, sangran de la misma manera y transmiten la tradición a sus descendien tes con idéntico celo.
Cerca de los pasos van los "moqueros", niños que vestidos de "cargueros" retiran "los mocos" (restos de cera), de las velas que alumbran cada "paso" y que corren a encender las que se apagan. Junto a ellos, "los regidores" vestidos de frac, velan por el orden y el rigor de la pro cesión a la vez que ejercen su autoridad portando una cruz de madera, símbolo de la que fue ra llamada desde 1556 la Jerusalén de América.
Estas imágenes se repiten, durante la semana de pascua, en las "procesiones chíquitas", réplica de las "grandes". "Pasos" a imagen y semejanza de los de verdad son llevados por diminutos "cargueros" que, queriendo imitar a los varones de la ciudad, han encontrado en la familia Paz, organizadora de este evento, su indiscutible cómplice. Sahumadoras, sacerdotes, moqueros, monaguillos y pequeños regidores brotan de todas las casas de Popayán haciendo de los niños los sucesores obvíos de la tradición de sus ancestros.
De la mano de la Semana Santa, desde hace más de 35 años, se celebra el Festival de Música Religiosa, que encontró en Edmundo Mosquera, fallecido el año pasado (2001), un aliado vital. Se utilizan iglesias como San Agustín, con su formidable altar; San José, con su imponente solemnidad; San Francisco, muestra del esplendor de la cíudad; Santo Domingo, rica en imaginería; la catedral, consagrada al culto de Nuestra Señora de la Asunción; la Ermita, el Carmen y la Encarnación que recogen parte de las historias más preciadas de Popayán. No puede olvidarse la riqueza de museos como el de Arte Religioso, la Casa Mosquera, el Museo Negret y la Casa Valencia .

tragedia en popayán



El terremoto de 1983
Por encontrarse ubicada en una zona de
riesgo sísmico alto, Popayán ha sido azotada por varios terremotos a lo largo de su historia. El más reciente de ellos sucedió en la mañana del 31 de marzo de 1983. A pesar de los destrozos causados, un esfuerzo masivo se llevó a cabo durante aproximadamente 10 años para reconstruir y restaurar la ciudad y permitirle recuperar el esplendor y la belleza de su arquitectura colonial. La Unión Europea ha intervenido para la reconstrucción de barrios populares, como Maria la Mala, Poblazón y otros, reconstruyendo las viviendas y dotándolas de servicios básicos. El gobierno español, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional -que tiene una de sus sedes en Popayán-, ha apoyado una parte importante de la estrategia de recuperación de la ciudad antigua.

El casco antiguo
El casco antiguo o centro histórico de Popayán está considerado uno de los más bellos y mejor conservados de Colombia y
América Latina. La ciudad ha logrado conservar su escala urbana y la armonía de su carácter colonial durante más de cuatro siglos, atractivo que atrae numerosos visitantes nacionales y extranjeros. Las calles empedradas fueron asfaltadas casi en su totalidad en 1937. Sin embargo, se encuentran en curso proyectos tendientes a recuperar este aspecto encantador de la ciudad original y devolver a la zona antigua de Popayán un carácter más peatonal.

arte y cultura

Festivales
Popayán es ampliamente conocida por la solemnidad de sus procesiones de
Semana Santa durante las cuales se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo. En las procesiones, que desde el siglo XVI se realizan de forma ininterrumpida por la noche entre los días lunes y sabado santo, desfilan por las calles imágenes religiosas antiguas arregladas sobre unas plataformas de madera llamados "pasos" para representar los eventos que sucedieron durante la pasión, crucifixión y muerte de Jesús. Los pasos son llevados al hombro por los tradicionales cargueros por las calles, en un recorrido trazado en forma de media cruz desde los albores de la Conquista, que incluye las principales iglesias y templos de la ciudad.
Durante la Semana Santa o Semana Mayor la ciudad es también sede del
Festival Internacional de Música Religiosa, iniciado en la década de 1960 por iniciativa de Edmundo Mosquera Troya. En él participan coros, solistas y artistas provenientes de todo el mundo, especializados en música sacra. También se lleva a cabo la muestra nacional de artesanías Manos de Oro, en donde se expone el trabajo de los artistas del país.
En Popayán se celebran las Fiestas de Pubenza los días 5 y 6 de enero. Durante estas festividades, la gente se lanza a las calles con bolsas de agua, talco y betún para celebrar con espíritu festivo la diversidad racial del país, a la manera del
Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, que originariamente nació en Popayán durante la época esclavista como válvula de escape para la dura segregación imperante en el momento.
Desde el año 2004 se realiza anualmente en el mes de agosto el
Festival Gastronómico Internacional de Popayán. En cada edición cuenta con un país invitado y una nómina de conferencistas destacados entre los que sobresalen algunos de los más afamados chefs del mundo entero.

Música
El pueblo de Popayán es amante de la música. Se dice que entre los originarios hubo buenos intérpretes, destacándose la ejecución de la
chirimía.En la meseta de Popayán también existen conjuntos campesinos de cuerda, conformados por tres guitarras y maracas que han incorporado a su repertorio paseos, merengues, pasillos y boleros en modalidad vocal e instrumental.

Gastronomía
Los platos típicos de la ciudad son un legado de la interacción cultural española e indígena, integrando componentes propios de la región, con frutas traídas de España.
Sopas: sancocho de gallina, sopa de tortilla, sango, sopa de
carantanta, sopa de envueltos, sopa de legumbres, de hortalizas y masitas.
Platos: carne molida, tripazo, tamales de pipián, empanadas de pipian
Vegetales: papitas de huerta fría, ullucos, envueltos de maíz.
Salsas y aderezos: ají de pique, ají de maní, aji de piña, salsa crema.
Pasteles: pastel de tortilla, pastel de arracacha, torta blanca, torta de banano.
Amasijos: cucas, envueltos de choclo, molletes, pan bazos, rosquillas.
Bebidas: el birimbí que es una bebida de maíz ligeramente fermentada, con hojas de naranja y panela; también esta el
guarapo que es sacado de la fermentación de la miel de caña o de panela.
Se destaca en Popayán el plato de nochebuena o plato navideño, que por su contenido es el más completo de Colombia, compuesto por hojaldras, rosquillas, dulce blanco, manjarillo, dulce cortado, desamargados, entre otros. También están las famosas
empanadas y tamales de pipián.

Cine
el cine en popayan ha mejorado por ejemplo:la sala de cine del
Centro Cultural Bolivar que proyecta cine independiente, cine arte cine de autor, también cuenta con el nuevo multicine en el centro comercial campanario que cuenta con cuatro modernas salas de cine digital 3D.
Igualmente exiten varios cineclubes, muchos de ellos ubicados al interior de la
Universidad del Cauca. El Cineclub La Tuátara, que funciona todos los Miécoles en la auditorio del Instituto Tecnológico de Comfacauca, presente en la ciudad desde el año 2001 se ha constituido como un espacio cultural para la ciudad.
En cuanto a la producción cinematográfica es escasa, pero existean algunas personas que están trabajando por fortalecer el septimo arte en el municipio

20 de octubre de 2008

mitos y leyendas

La fantasía popular suele crear mitos y alucinaciones con los cuales interpretar sus dudas, sus temores y ansiedades. De allí que dé como ciertas algunas suposiciones sobre la existencia de espíritus que asustan o atormentan a los mortales y que, por lo general, son almas trashumantes cuyo descanso eterno se logra solamente por medio de rezos, penitencias y conjuros para rescatarlas de penas o pecados que al momento de su muerte no alcanzaron a redimir.La existencia de tales fantasmas la dan por absolutamente ciertas y aunque ninguno de aquellos ignaros haya visto u oído algo en realidad, obstinadamente confirman y se trasmiten ese conocimiento de padres a hijos, de generación en generación, hasta cuando algún descendiente más avisado o perspicaz, afirma: ..."Yo no creo en brujas, espantos o aparecidos ....pero, de que los hay, los hay."Veamos, pues, algunos de los más reconocidos espectros creados en la imaginación calenturienta de estos candorosos ilusos que moran en el mundo de lo esotérico:

LA VIUDA: figura de una mujer escuálida y alargada que vestíade saya color negro, hasta los talones. Su cabeza cubierta con un manto igualmente negro y unas alpargatas blancas de cabuya que contrastando con el resto de su indumentaria, delataban su presencia entre la penumbra de los tenebrosos lugares escogidos para sus apariciones.Dicen que pasaba rezando y dando gemidos en altas horas de la noche por los sectores del río Molino, en proximidades del Barrio El Cadillal, dando así nombre y origen al tradicional "Puente de la Viuda" Se hicieron exorcismos, rezos y bendiciones por los vecinos y el cura del sector, hasta obtener, con el paso del tiempo, su desaparición. (de sus mentes, donde habían vivido, por supuesto).


EL GUANDO: se dice de una procesión fúnebre nocturna, que desfilaba llevando en parihuela un cadáver. La componían cuatro cargadores y cuatro alumbrantes y se los veía recorrer entre la media noche y la una de la madrugada por los alrededores del Barrio "Pandiguando", camino del cementerio.Los rezos y los lamentos que daban los caminantes, producían terror entre los vecinos, de modo que preferían encerrarse en sus casas y prender velas por el alma del difunto.

EL DESCABEZADO: viejas historias nos cuentan de un fraile Fran
ciscano que demabulaban por los corredores del antiguo convento donde hoy se asienta el "Hotel Monasterio". Llevaba el capirote echado hacia atrás sobre los hombros y sus manos en actitud de piadosa oración. Mas nunca pudieron verle la cabeza.Portaba una camándula de cuentas fosforescentes y rezaba, y rezaba sin descanso.Años después, al ser descubierta en la cripta de la Iglesia de San Francisco la momia de un franciscano y dársele cristiana sepultura en la bóveda, dicen que "el alma en pena" no volvió a aparecer porque al fin pudo gozar de su "eterno reposo".

ENTIERROS: frecuentemente se ha hablado de luces fatuas que indi
can el lugar en donde se halla oculto un "entierro". Generalmente se localizaba en las huertas de las enormes casas que había en Popayán y no pocas veces entre los gruesos paredones o "tapiales de tierra pisada" que medían hasta una vara de ancho.Algunos, en efecto, fueron encontrados y contenían "morrocotas" de oro en ollas de barro; y, algunas, chucherías y cachivaches sin importancia ni valor real.Lo que nunca se determinó fue el por qué ardían tales "entierros".


HUESOS QUE ARDEN: también se narra la presencia de llamasde fueg
o sulfuroso que se manifestaban en los solares de casas abandonadas.En efecto, al escarbar esos sitios se encontraban calaveras y esqueletos humanos, posiblemente restos de cementerios indígenas de mucha antigüedad.

ALMAS EN PENA: cada vez que sucedía un hecho de por sí inexplicable, como ruidos, caída de cosas, fulguraciones repentinas, etc., la imaginación popular lo asociaba con la manifestación de almas ambulatorias o "errantes" que estaban "penando" y que suplicaban oraciones, jaculatorias o acciones piadosas de personas compasivas, para que las redimieran de su pena.Entonces, se las "encomendada" a Dios por medio de novenarios, rezos en comunidad o con las "misas gregorianas" hasta su liberación.Muchas veces se recurría a la práctica de la "invocación de las ánimas" o espiritismo, con "medium" y todo, para que ellas manifestaran la causa de sus padecimientos.

EL DUENDE: es la figura-mito más socorrida en la imaginaciónde gentes humildes, pero especialmente entre el campesinado.Se la identifica o personaliza como a un individuo fantasmal de muy baja estatura, rechoncho, de enorme sombrero y que camina contoneando el cuerpo al ritmo de las mangas demasiado largas de un saco desmesurado para su baja estatura.Recorría siempre los lugares donde reinaba la penumbra, de manera que su figura era muy imprecisa, lo que impedía a "quienes lo vieron" hacer una descripción siquiera aproximada de sus rasgos físicos.Solía emitir sonidos ululantes que infundían miedo a quienes los escuchaban.En los campos se le veía montar a caballo; y con frecuencia aparecían en las crines de cabeza y cola de estas bestias unas trencillas ensortijadas, cuyo origen nadie ha podido explicar con claridad.

CULTURA

Santuario de Belén


Dicen las crónicas que antiguamente se hacia en Belén la Novena de Aguinaldo y la misa del Gallo, pero que el obispo Ángel Velarde, “por razones de moral”prohibió estas dos funciones en 1800. Desde entonces, para las misas de aguinaldo “se baja la Virgen”y se hace la “subida de la Virgen” el 25 de diciembre.




Catedral Basílica Nuestra Señora de la Asunción


El día 30 de mayo de 1819 se coloco la primera piedra por el obispo Padilla y se enterró la placa correspondiente. La obra se interrumpió a raíz de la batalla dde Boyaca y la disminución de las rentas de la iglesia, permaneciendo interrumpida desde 1819 hasta 1856 año en que el ilustrísimo doctor Pedro Antonio Torres, de gratísima recordación y a base de limosnas y con la importante colaboración del señor José Maria Mosquera, la reiniciaron.

Templo de la Encarnación o de las Monjas

Como en todos los templos coloniales. su historia está íntimamente ligada a la de los conventos anexos. El primer templo construido por las religiosas era de teja pero solamente duró hasta el terremoto de 1736 que lo destruyó.Aprovechando la venida del arquitecto alemán, padre Simón Shenherr. traído para la reconstrucción de la iglesia de La Compañía, fue encargado también de la reconstrucción de La Encarnación.






Iglesia de la Ermita


Es una de las mas antiguas de la ciudad muy seguramente del siglo XVII (1612), aunque algunos aseguran que se construyó en 1585 para reemplazar a la primera iglesia que construyeron los fundadores. Construida de tapiales de tierra pisada. al parecer la calle fue abierta cuando ya estaba construida la iglesia, quedando casi al frente y sobre la falda de una elevación que domina a la ciudad, denominada "Loma de Cartagena " hoy completamente urbanizada.




Templo de San Agustín


Entre las iglesias de Santo Domingo y la de San Agustín existe una gran afinidad, mucho mayor en los primeros tiempos, ambas tienen capillas laterales con techumbre sobre vigas de madera en pendiente, muros monumentales cuadrados, de ladrillo; la nave central también con vigas expuestas. Lamentablemente a San Agustín le hicieron reformas posteriores no afortunadas que le hicieron perder su severidad, la que conserva mucho mejor Santo Domingo a pesar de haber sufrido también algunas modificaciones.



Templo de San Francisco

La primera iglesia de San Francisco cuya fecha de Construcción no es muy segura, fue destruida con el terremoto de 1736. La construcción de la segunda iglesia se comenzó en 1765, aunque los historiadores de la primera mitad de este siglo XX, afirman que fue en 1775.


Templo de la Compañía o San José

El terremoto del 2 de febrero de 1736 arruino la primera iglesia de la Compañía de Jesús en esta ciudad. Los Jesuitas, en pleno apogeo en esa época quisieron reemplazar su primitiva iglesia por un magnifico templo pues disponían de los fondos suficientes para hacerlo.
Trajeron al lego profeso de la compañía arquitecto alemán Simón Shenherr, pero ya encontró plantados los cimientos de la nueva iglesia de una construcción muy sólida y costosa y sobre los cuales levantó la iglesia de orden jónico y que es el templo que tuvimos hasta el terremoto del 31 de marzo de 1983.



Templo de Santo Domingo

El primer convento que hubo en la ciudad (1552 fue el de los Dominicos). El templo fue construido de tapia y cubierto de paja. El terremoto dcl 2 de febrero de 1736 lo arruinó, lo mismo que el con­vento. La familia Arboleda se hizo cargo de la construcción, a elevados costos.
La reconstrucción la dirigió el maestro santafereño Gregorio Causi, traído por la marquesa de San Miguel de la Vega para la edificación del templo y convento de El Carmen. Al mismo maestro se le confió la reconstrucción de San Agustín derruido también por el terremoto de 1736.



Otros Atractivos

La Casa Caldas, el Museo Martínez, la Casa Valencia, la Casa Mosquera.
El Puente del Humilladero, la Torre del Reloj, el Morro de Tulcán y el Hotel Monasterio, que funciona en lo que fue el antiguo monasterio franciscano. En los campos circundantes habita la comunidad de indígenas Guambianos.
Tambien esta el Parque Nacional Natural de Puracé, que ocupa una superficie de 83.000 hectáreas en donde abundan lagunas,cascadas, volcanes,nevados y fuentes termales. A 70 kilómetros al oriente se encuentra el Volcan Puracé.

29 de septiembre de 2008

BREVE RESEÑA HISTORICA

La ciudad de Popayán (del maya Pop, o gran señor y Payán, nombre del Cacique de la región) fue fundada en 1587 por Juan de Ampudia según instrucciones de don Sebastián de Belalcázar cuyo propósito era el de fundar una ciudad en el lugar equidistante del Valle del Río Cauca, de los mares del Sur, del Caribe y del reino del Perú, que fuera la sede de sus dominios.
Los primeros años de la ciudad se caracterizan como los de las otras ciudades de la región por el constante asedio por parte de los indígenas nativos que intentaban recuperar su territorio. Sin embargo, en la medida en que otros conquistadores y otras tropas iban llegando a la ciudad, los indígenas se iban viendo cada vez más desplazados, hasta que a finales del siglo XVII se entró en una etapa llamada de pacificación.
Quizás el signo fatal que ha pesado con más fuerza en la historia de la ciudad ha sido el de los terremotos. En efecto, en 1564 se registra el primer sismo que conmovió la región y destrozó todo aquello que se había construido hasta entonces, con excepción del Templo de La Ermita, luego de esta primera catástrofe natural, se registra un importante impulso: aparecen los primeros conventos, se reconstruye la catedral con teja y ladrillo, al tiempo que se descubren los primeros yacimientos minerales que serán la base de la economía de la región.
Con la llegada de los encomenderos y sus indios de repartimiento se comenzaron a explotar las minas de Almaguer, Guachicono, Puracé, Caloto, Timbiquí y Chocó. Es por entonces cuando, ante la insuficiencia de la mano de obra, en 1592, don Francisco Auncibay solicita a la Corona la importación de esclavos aptos para soportar los climas que los indígenas no toleraban; si bien la corte real prohibía la esclavitud en América, los traficantes de esclavos europeos no tardaron en llegar con inmensos cargamentos de negros del África.
Popayán se convirtió por entonces en sede del comercio del oro de la región. En ella se establecieron las Arcas Reales para tasarlo y en 1626 se construyó el camino de Guanacas con el fín de evitar los asaltos que sucedían a lo largo de los caminos prehispánicos. A partir de entonces la ciudad se afianzó no solamente como sede política colonial de la gobernación sino como centro mercantil de comercio exterior, abastecedor de productos para el valle del Cauca, Chocó, Pasto y Quito inclusive.
En 1736 Popayán se sacude con el segundo terremoto de su historia, tanto o más violento que el de 1564. Averiadas subsistieron algunas de las más sólidas construcciones, entre las cuales nuevamente el templo de la Ermita, la Torre del Reloj, el Seminario de la Compañía y parte de los monasterios. La reconstrucción, financiada por las familias más adineradas de la ciudad, duró hasta finales del siglo.
Luego de librar la batalla de Boyacá, el libertador se instalaría en la hacienda de Japio y Popayán se convertiría en sede de las milicias que seguían combatiendo al ejército que retrocedía hacia el Sur. La independencia de Ecuador, Perú y Bolivia, se constituiría entonces en el mayor desangre económico y humano que hubiera sufrido Popayán a lo largo de su historia.
A finales del siglo XIX el tráfico de comercio por el Río Magdalena y el Camino de Guanacas se desplazó a Panamá, Buenaventura y Cali, perdiendo Popayán su calidad de centro de distribución mercantil, así como su hegemonía sobre el territorio que integraba el Gran Cauca.
Ya en el siglo XX, la ciudad se vio afectada por la suspensión de los ferrocarriles en la década de los 80, por la conmoción de la industria bancaria y particularmente por la aparición en las cordilleras de grupos subversivos que aún permanecen en ellas. Finalmente, el terremoto que sacudió a la ciudad en 1983 volvió a causar estragos. Nuevamente reconstruida, hoy la ciudad, reconocida por las festividades y procesiones que recorren sus calles en época de Semana Santa, es uno de los principales centros turísticos del país.